Si la energía es fundamental para nuestra actividad física, las moléculas encargadas de almacenarla para poder entrenar sin que nos fatigemos también lo son. Y esa es la función de los hidratos de carbono, almacenar energía para poder desarrollar el esfuerzo físico sin que aparezcan signos de fatiga.
Todas las células del organismo utilizan glucosa, y especialmente las del sistema nervioso porque este nutriente es su única fuente de energía. Por esta razón, se deben ingerir carbohidratos a diario y lo que es más importante, en todas las comidas del día.
Nuestro organismo no puede utilizar directamente la energía contenida en los alimentos digeridos. Para que nuestras células musculares puedan utilizar esa energía, hay que descomponerlo mediante la digestión y pasarlo a un compuesto químico llamado adenosín trifosfato (ATP). El ATP se encuentra almacenado en todas las células vivas, y es el encargado de dar la energía necesaria para todos los procesos celulares que la necesiten, como la contracción y relajación muscular.
En la digestión se transforman a los hidratos de carbono en sus unidades básicas, moléculas de glucosa, que son utilizadas por el organismo. Cuando no se utilizan inmediatamente, el organismo almacena una pequeña parte de estos nutrientes en forma de glucógeno.